Adoro mi deprimente vida,
me aferro a ella
como abrazando el único clavo ardiente
que me quede de existencia.
He dibujado una sonrisa en mi cara
sin lápices de colores
solo un cuchillo y sangre,
sangre hirviendo que desea salir
y no volver a este cuerpo maldito.
Mis días son un sueño acabado,
arrancado de mis entrañas,
que no volverán
nunca más.
Pasado oscuro,
futuro incierto
y me escuece tanto el ahora...
Mi ser frío, cansado,
mutilado por las decepciones
y sangrante de desesperación
de por siempre encerrado,
condenado a ver el Sol
y sentir el aire
pero nunca tocarlo.
Adoro mi deprimente vida,
me aferro a ella
aunque sea lo único
que me quede en la misma.
Ni sueños efímeros,
ni más falsas esperanzas.
¡Alejaos!
Dejad mi soledad intacta.
Mi miseria seguirá abrumada de penas
ya nadie podrá cambiarla
nunca más.
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